(In memoriam)
La casa de la infancia tenía higuera, gallinas, tomates
y radicha amarga,
Creo que la nonna la cocinaba para las próximas penurias
ella sabía que la guerra no tiene final
viene vestida de maneras diversas
a veces largos cielos de florido plumaje nos distrae
luego la bestia sepultada
emerge hambrienta
oscura, cruel
roba el porvenir
trae puñales, mordeduras y miseria
muchos nos abrazamos, salimos de madrugada a trabajar
hacemos nidos,
pequeñas casitas de hornero para cobijar
prendemos el fuego para la vigilia
dejamos puertas entreabiertas
pero no hemos ganado la partida
no hay indulgencia
el negocio de las armas no reconoce a los niños,
la hambruna, el abrazo de la madre
el negocio de las armas no nació de mujer
no fue parturiento
desgarradas entrepiernas colgadas
fue de piernas sin vagina sin pechos henchidos
para alejar las muertes/enfermedades y tienen poder sobre el rostro del tiempo
entonces que hacer con lo violento
con esa incompresible necesidad de matar
de esos hijos de mujer paridos
qué hacer con ellos
Demasiado miserable el día
los sucesos
sería dable un limonero en alguna tierra
sentarse cerca
que su aroma apacigue este instante
de la crueldad del humano desbordada
necesitaría un dios que calmara esta angustia
una maga
una pócima
miles de brujas quemadas en la hoguera
preparando un brebaje mágico
que devolviera la piedad
a tantos traidores de la vida